Digitalizar la Escuela sin morir en el intento


Si algo nos está enseñando la pandemia y la nueva normalidad es la poca normalidad de la escuela. Permítanme explicarme.


Venimos de una escuela cuyo pilar de trabajo ha sido el papel. Ya sea a través de libros de texto, cuadernos o fotocopias. Pero cuando no hemos podido intercambiar hojas de papel, porque estábamos en casa, encerrados, no había manera de seguir con los aprendizajes.


En ese momento tuvimos que tirar de e-mail, plataformas digitales, Teams, Class Dojo o lo primero que tuviéramos a mano. Y ahí, precisamente, nos dimos cuenta de que la escuela tiene muchas carencias digitales. Y muchos hogares y familias más todavía. Parece que en este mundo global no hay tanta competencia digital como uno esperaría encontrar.


Este curso 21/22 no ha sido mucho más fácil ya que hemos vuelto a sufrir cuarentenas y momentos de enseñanzas online/offline por doquier. Y hemos necesitado volver a tirar de ingenio y buenas intenciones.


Yo, sin ir más lejos, me he resignado y he pedido a mi alumnado que se lleve los libros de texto todos los días a casa. Es que así no hay problemas de batería, WI-FI, actualizaciones o hay que compartir el equipo con media familia. Los alumnos no se dejan los ojos en pantallitas de 6 pulgadas y las familias no se desesperan por los problemas que puedan surgir. Página 107, ejercicios 3 y 4. Es lo único que tienen que recibir. Y además envío enlaces a vídeos que explican las materias. Vídeos que son muy, muy accesibles a través de un móvil.


He descubierto canales geniales de enseñanza a distancia. Con unos medios y explicaciones que yo no podría editar y hacer ni en un curso entero. Esos vídeos se han vuelto un “must” en mis tareas online. Quizás no sea la solución más “chuli-pirulí”, pero es lo que he tenido, y tengo, a mano. En su momento me hice canal de Youtube, Instagram y hasta Tik-Tok para seguir en contacto con mis alumnos, pero fue una carga exhausta .


Luego lo pensé “si hay alguien que hace unos vídeos estupendos, ¿para qué voy a perder yo horas y horas en aprender edición de vídeo, retoque, ilustración digital y post-producción?” En mi caso, por afición, algunos conocimientos tengo. Pero no me va a salir, ni de churro, algo parecido a lo que hacen en Aula365, Smile and Learn, Happy Learning o Academia Play, por poner un ejemplo.


Aprovechar el tiempo y maximizar recursos es una necesidad imperiosa de cada tutor. Ante una realidad que nos exige atender más apartados de la vida escolar, social y emocional del alumno, el tiempo, los recursos y la energía mental se están volviendo bienes muy preciados y difíciles de cuidar.


Ahora bien, esto es una tirita. Una ñapa para ir tirando. Nos hemos dado cuenta en nuestra escuela, el CEIP Antonio Mendoza de Santander, que el alumnado necesita tener autonomía digital. No sólo conocer algunas aplicaciones o programas. Ser nativo digital no es sinónimo de ser competente digital.


Así que hace dos años, a la vuelta de la pandemia, lanzamos un refuerzo en Lengua Española aprovechando el currículo de la Libre Configuración Autonómica para enseñar las claves de la comunicación a través de los recursos digitales. A este refuerzo le llamamos Comunicación y Cultura Digital.


Se imparte de cuarto de primaria en adelante y su objetivo fundamental es reforzar las habilidades comunicativas, tanto orales como escritas. Pero para ello, matando dos pájaros de un tiro, enseñamos a manejar varios programas que puedan ser útiles para trabajar desde casa en caso de necesidad o sin ella. Bueno, esto de matar dos pájaros, o tres, de un tiro también es una ciencia no escrita que se maneja a las mil maravillas en el entorno escolar.


A nivel técnico, tenemos tablets recién llegadas de los fondos europeos más tablets del centro y tablets del Gobierno de Cantabria. Nuestra escuela cuenta con las licencias de Office365, aunque usamos otros programas y recursos diferentes, en especial de la familia Google y de otros desarrolladores de freeware. Toda esta dotación ha venido gracias al incansable trabajo del equipo directivo.


Lo primero, para empezar a digitalizar el aula, es tener una buena conexión a internet. Gracias a nuestra coordinadora TIC, Arancha, tenemos una red potente y bien configurada. Es una tarea infinita cuya labor no está suficientemente bien pagada. Olé tú, que eres una crack. Ojalá inventen un sistema de configuración automática de equipos a la red. Pero de momento es un proceso bastante manual y tedioso.


Lo segundo ha sido buscar aplicaciones sencillas de manejar. No importa si el resultado es “pobre” comparado con programas profesionales como After Effets, Corel Draw o Photoshop. Pero no importa. Lo sencillo es tres veces bueno. Se aprende rápido, no te agobia y los resultados se obtienen casi de inmediato. No volverse locos con el resultado final ayuda mucho a meter las TIC en el aula.


Nosotros nos centramos en cinco áreas de trabajo

  1. Empezamos con algo de procesador de textos, para familiarizarse con el teclado, los atajos y teclas especiales. Word o Google Docs para la escritura digital y los caracteres especiales de internet.
  2. Hacemos Ilustración digital con SketchBook, para aprender el proceso de trabajo por “capas” y darles nociones de editar, guardar y compartir archivos en diferentes formatos.
  3. Trabajamos edición de vídeo y audio con Inshot. Para grabar todo tipo de propuestas, resúmenes, presentaciones, etc. Lo que viene genial para que algunos trabajos en grupo se puedan presentar, aunque falte un integrante. De nuevo esto nos pide enseñarles a compartir, ya sea en redes escolares o mandando los archivos. Por enlaces, la nube o email.
  4. También trabajamos retoque de fotografía con SnapSeed, para ayudarles a complementar tareas o trabajos con fotos de cierta calidad. Y de paso entender las dinámicas de la narrativa visual, tan importante hoy en día.
  5. Y por último trabajamos presentaciones multimedia con PowerPoint y Canva, que combinan todo lo anterior: texto, dibujo, foto e incluso vídeo.

También estamos haciendo nuestros pinitos de radio con Audacity. Y no está nada mal. Pero lo hacemos modo “laboratorio”.

 
 

 

Una vez que tienen ciertas nociones aprovechamos la jugada para enseñarles conocimientos muy específicos de informática y ofimática como: descargar un archivo, valorar su peso o calidad, buscar alternativas para compartir. Ya sea por email, por plataformas en la nube o webs de intercambios de archivos, el tipo de importado/exportado que hay, los bit-rate, la resolución o los formatos que existen para cada documento. Y un largo etecetera.


Estar con ordenadores o tablets también implica la enseñanza de cuestiones básicas de internet: la netiqueta, el uso correcto del lenguaje, la revisión de las políticas de privacidad o condiciones de uso de los programas que nos descargamos, los peligros de los micro-pagos y el juego, el cuidado de nuestra información personal en la red, el respeto por los demás delante y detrás de las pantallas, la suplantación de identidad, el bulling digital, la influencia de los medios en nuestro pensamiento… A veces es complicado hablar de estos temas, pero es muy necesario.


Con todo lo anterior y la colaboración de los profes de lengua es cuando en el último trimestre empezamos a trabajar proyectos relacionados con la comunicación, para que lo que hacemos en clase “salga” del aula y llegue a las familias y al resto de la comunidad educativa: artículos, spots, carteles, entrevistas de radio, recomendaciones, exposiciones… Y creo que este último paso es el más importante.


Si el alumno ve que aquello en lo que trabaja va a tener un final expositivo, tiende a cuidar el resultado final, le pone ganas, esfuerzo e ilusión. Se implica más y, por lo tanto, acaba disfrutando mucho de la experiencia, aunque el resultado estético no sea la pera limonera. Eso no importa. Si sale un Juan Antonio Bayona o una Elvira Lindo de nuestra escuela, genial. Pero si no, no pasa nada.


También es verdad que no hay varita mágica para que el 100% del alumno disfrute con una misma actividad y no todo el alumnado se involucra igual. Pero desde el claustro sentimos que, al diversificar estas formas de expresarnos y comunicarnos, damos más oportunidades de tener experiencias positivas y motivadoras entre el alumnado.
Y al final, ese aspecto emocional es el que cierra el círculo. Comunicamos por que sentimos. Si no hay sentimiento en el acto comunicativo, no le damos importancia. No me involucro. Saber y comprobar que otros alumnos o familiares vean mi propuesta me anima a seguir mejorando, a seguir implicado en mis proyectos y a valorar mi trabajo. Por eso, dar esa “voz” al alumnado también nos ayuda a que estén mejor, se sientan mejor y todo sea dicho, a conocerlos mejor.


Para acabar, este trabajo global entre lengua y TIC nos ayuda a que en la escuela se trabaje con una mentalidad digital, creadora, activa y real. No es simplemente hacer un dictado en pizarra digital o ver un vídeo de youtube. Es darles las tablets para que se pongan manos a la obra y generen materiales que de otra forma sería imposible. Este trabajo, poco a poco, les permite desenvolverse mejor en las cuarentenas o desde casa, se nota. Tienen más picardía y recursos para participar de la enseñanza a distancia. No es un milagro, pero ayuda mucho.


Para terminar, alguna conclusión. Ayuda mucho poder tener profes de apoyo o hacer desdobles para atender al alumnado. No todo va a las mil maravillas y cuando hay alguna “bloqueo” técnico, mejor cuatro manos que dos para resolver incidencias en una sesión.


Las tablets se usan para más cosas, entre ellas buscar información, resolver problemas, consultar conceptos e incluso jugar. Creo que necesitaría otro artículo más para hablar de las bondades que supone tener estos equipos a mano.


En definitiva, nuestras tres claves del trabajo digital son, de momento, usar programas sencillos y gratuitos o aplicaciones intuitivas que puedan usar y explorar en sus casas. Comenzar proyectos relacionados con sus vidas que les permita expresarse y ser “escuchados”. Y sobre todo centrarse en el proceso y no en el resultado, ignorando un poquito la presión curricular.


Tres consejos que pueden ayudarnos a digitalizar la escuela sin morir en el intento.

 

Francisco Barrera
Docente y Coordinador del programa Educación Responsable en el CEIP Antonio Mendoza (Santander)
barrera_paco@hotmail.com