Del Modelo de Naciones Unidas al aula real contado por una de sus protagonistas

Siguiendo los principios y fundamentos en los que se basa el programa Educación Responsable, debemos dedicar un espacio a una iniciativa que tuvo lugar también en el ámbito de la Educación Emocional, Social y Creativa y que constituyó el proyecto Global Classrooms. La Fundación Botín inició y coordinó en Santander durante varios años este proyecto del Modelo de Naciones Unidas y que involucró a un considerable número de estudiantes, enriqueciendo así, su formación en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria. Yo fui una de las afortunadas y es mi experiencia la que dará voz al siguiente artículo.

¿En qué consistía Global Classrooms?

Estudiantes de segundo, tercero y cuarto de la ESO de distintos institutos de Cantabria simulaban, anualmente, una conferencia de la magnitud de la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Desde los 14 hasta los 16 años nos convertíamos en representantes de las distintas naciones que conforman la ONU. Las organización del programa decidía dos o tres temas de interés y relevancia social (por ejemplo, las centrales nucleares, la deforestación, etc.) y los comités donde en la realidad se trataban y los alumnos debíamos trabajar y desarrollar nuestro posicionamiento desde el punto de vista del país que nos hubiera sido asignado. Como un añadido importante a este proyecto, hay que tener en cuenta que todos los discursos y debates se preparaban en inglés.

A lo largo de todo el curso con la ayuda de los profesores en los centros educativos, de los becarios Fullbright, con los que contábamos para el perfeccionamiento del inglés, y de la Fundación Botín, en cuanto a la gestión de los recursos tanto personales como materiales, trabajábamos a conciencia para el gran desenlace; la celebración de las conferencias.

Enriquecimiento del proceso de formación de las personas

El trabajo en equipo, la búsqueda de información, el desarrollo del pensamiento crítico, el análisis de situaciones de relevancia social o el compromiso con la búsqueda de soluciones para los conflictos del mundo en el que vivimos, son solo una pequeña lista de las habilidades requeridas para participar en este proyecto.

Global Classrooms apostaba por potenciar entre el alumnado la confianza en sí mismo, haciéndoles ver como podían tomar parte de una organización de reconocimiento a nivel mundial. Al mismo tiempo, resultaba de obligado cumplimiento ser capaces de comprender a los demás, reconocer que en las sociedades confluyen distintos intereses y puntos de vista. No obstante, es necesario mantener espacios en los que se fomente y facilite expresar nuestras ideas, desarrollar el autocontrol, aprender a tomar decisiones coherentes con nuestros principios y al mismo tiempo, responsables con el cuidado del entorno y el medio ambiente.

A pesar de que, al fin y al cabo, pueda parecer que se describe una mera escenificación o representación de una realidad muy compleja e incluso abrumadora para estudiantes de ese nivel (Educación Secundaria Obligatoria), es importante destacar que la implicación del equipo docente y del resto de responsables del programa hacía que se tomara muy en serio el trabajo durante el curso académico, se elaborasen discursos a la altura de las circunstancias y los debates el día de la conferencia estuvieran cargados de buenas ideas e intenciones para nuestra sociedad, llegando a acuerdos y conclusiones verdaderamente interesantes con la emoción a flor de piel.

Es importante también tener en cuenta que, indiscutiblemente los estudiantes contábamos con una gran motivación promovida desde la Fundación Botín y gracias a la cual yo pude conocer a mis 14 años la ciudad de Nueva York y la sede de Naciones Unidas. Cada año, como reconocimiento a nuestro trabajo y dedicación cada instituto elegía a uno de los estudiantes que más implicación y capacidad hubiera demostrado para disfrutar del viaje con el que muchos soñamos, y conocer emblemas como la Estatua de la Libertad, el Empire State Building, el Metropolitan Museum of Art o el Edificio de las Naciones Unidas siendo además protagonistas allí de primera mano.

La figura del docente

Y quién podría pensar que doce años después mis experiencias como estudiante me ayudarían a elaborar mi propuesta docente y asentar las bases de un proyecto educativo y programación de aula.

Estudié el grado de Magisterio en Educación Primaria con la mención en Atención a la Diversidad y actualmente trabajo en el Centro de Educación Especial Dr. Fernando Arce Gómez de Torrelavega. Tanto mi formación en el ámbito educativo, de manera más específica con personas con discapacidad, como mi experiencia laboral en centros residenciales de atención a personas en situación de dependencia y actualmente en el centro citado anteriormente me ha permitido labrar una visión muy clara sobre las necesidades de las escuelas y la importancia de desarrollar la sensibilidad en nuestros niños con el afán de conseguir armonía y prosperidad en nuestra sociedad. 

Educando para la vida es el lema del centro en el que trabajo y es, bajo mi parecer, una expresión que abarca de manera global una gran preocupación de los cuerpos docentes, la inclusión del alumnado en sociedad y el máximo desarrollo de su autonomía. En el aula trabajamos a través de experiencias, contextos reales, preocupación por el cuidado de la higiene, el respeto a sus compañeros y el entorno. La educación en valores y el desarrollo de las habilidades sociales sirven de punto de partida hacia el éxito.

Sin lugar a duda, la ambición por conseguir aprendizajes contextualizados, útiles para la vida y que consigan el desarrollo integral de las personas, convirtiéndose en protagonistas dentro de la sociedad a la que pertenecemos, es uno de los grandes retos que, según mi experiencia, debemos afrontar los docentes. Vivimos en la sociedad de la información, miles de noticias nos asaltan a diario, queremos recompensas inmediatas, estamos acostumbrados a lo efímero y corremos el riesgo de olvidar que el desarrollo social y afectivo de los niños es fundamental para su inclusión en sociedad.

Necesariamente, debemos crear en las escuelas espacios para el diálogo, para conocer los conflictos de nuestra sociedad, para acercarnos a los instrumentos que como ciudadanos disponemos para darnos voz, para relacionarnos, para ayudar a los niños a definir su propio criterio y pensamiento crítico. Las escuelas no cambian el mundo, pero sí cambian a las personas que algún día cambiarán el mundo y es por eso por lo que debemos ser responsables y conscientes de la riqueza que tenemos en los centros educativos y actuar en consecuencia.

 

María Huelga Manzano
mhuelgam@educantabria.es
Alumna de Global Classrooms-Cantabria
Docente en el CEE Fernando Arce (Torrelavega)